“Por la apropiación lúdica y responsable del espacio público” es el título del 6º Encuentro Nacional de Teatro Callejero de Grupos que se realizará del 9 al 13 de noviembre en Parque Avellaneda de la Ciudad de Buenos Aires, con la participación además de artistas de Latinoamérica.
Héctor Arbarellos, director del Grupo de Teatro Callejero La Runfla, organizador del evento, fue entrevistado en Mundo Invisible, magazine de cultura under que se emite todos los martes por Cítrica Radio de Avellaneda y lo que sigue es parte de la nota:
¿Cómo es la difusión del teatro callejero en el país?
No se lo conoce mucho al teatro callejero en Argentina. A partir de la vuelta de la democracia hubo una explosión del teatro de calle, porque había una necesidad de la primavera democrática de recuperar los lugares públicos. Luego en los ’90 muchos grupos empezaron a irse a salas o galpones. Quedamos pocos haciendo teatro de calle, entendiendo que es importante, parte de un lenguaje y una opción estética que aprovecha los espacios abiertos, donde está la gente, el transeúnte al que tratamos de recuperar como espectador.
¿Y qué características particulares tiene este tipo de realización?
Es un teatro que se adhiere en forma pasional, porque no cuenta con sala y hay un lenguaje particular que hay que desarrollarlo. Al cumplir los primeros diez años del grupo decidimos realizar un encuentro con otros compañeros que hacen este tipo de teatro y a partir de ahí se realiza en forma bienal lo que es el Encuentro Nacional de Teatro Callejero de Grupos coordinado por nosotros y realizado en Parque Avellaneda.
Como parte de esa propuesta no convencional presentaron este año “Drácula, una metáfora” con funciones a la madrugada…
Es algo que no se hizo nunca, durante el encuentro lo vamos a retomar en el horario de las 4 de la mañana. Es un espectáculo valiente. Es lindo encontrarse con ese parque silencioso, tan particular que toda la noche y amanecer juntos en un estado de reflexión, porque en sí el amanecer lleva a un estado de renacer.
¿Quiénes participan del encuentro?
Esta es la sexta edición, se viene haciendo hace diez años y tenemos invitados grupos de toda Latinoamérica y muchos del interior del país. Tenemos también grupos comunitarios, aquellos integrados por vecinos que no son actores pero que realizan espectáculos en el espacio abierto. Otros que también utilizan el lenguaje del teatro de calle para actividades que tienen que ver con la reconstrucción social en cárceles o barrios carenciados, por ejemplo.
Hacen mucho hincapié en la recuperación del espacio público.
La base del lenguaje es la utilización del espacio abierto, que es de todos y que algunos pretenden enrejar. A ese espacio lo tenemos que cuidar entre todos. Por eso el subtitulo de este encuentro dice: “por la apropiación lúdica y responsable del espacio público”.
¿El apoyo del público en materia económica lo hace redituable o es una competencia desigual frente al teatro de sala?
El teatro de sala tiene una ventanilla en la cual hay que abonar la entrada. El espectáculo de calle pretende que la gente tenga conciencia de lo que vio, que es un espectáculo que no está en sala no porque no sea bueno sino porque hubo una elección del espacio abierto y entonces tiene la oportunidad de poner un dinero, que no es una limosna sino lo que considera que ese espectáculo vale. Esa forma de recaudación también tiene un aspecto ideológico profundo.